El camino hacia la escritura de una novela puede ser intimidante. Recuerdo perfectamente mis primeras reflexiones, dominadas por inseguridades que me cuestionaban constantemente: ¿Estaba realmente preparado para narrar una historia? ¿Necesitaba algún conocimiento técnico? ¿Y si mi historia no era lo suficientemente buena? Estas preguntas me acompañaban mientras me enfrentaba a un mundo desconocido, lleno de dudas sobre mi capacidad para contar una historia que resonara con los demás.
Al principio, me paralizaba el miedo a no alcanzar el nivel de aquellos escritores cuyos libros había leído con devoción. Reflexionaba sobre cómo estructurar una historia, qué mensaje deseaba transmitir y cuál sería el tema central de mi novela. Sin embargo, tras muchas reflexiones y enfrentando mis temores, comprendí una verdad inquebrantable: nunca sería un escritor a menos que me atreva a enfrentar el reto de escribir.
Descubrí que la única forma de saber si tenía esa capacidad era lanzándome al vacío de la creación literaria. Así, a través de prueba y error, fui descubriendo que lo más importante era tener una idea clara y un tema definido. Los personajes necesitaban ser reales, y mi voz debía ser única entre un mar de escritores. Así nació mi ópera prima, Secreto Paraíso.
No puedo omitir que, aunque carecía de experiencia, atravesaba problemas familiares y decisiones difíciles en mi vida personal. Poco a poco, me di cuenta de que las historias surgen desde las profundidades de la necesidad de contar algo. Quería hacer eco de experiencias y emociones que había mantenido ocultas durante años. En mi mente, nunca había habitado la idea de ser un gran escritor o de vender millones de libros; mi anhelo era simplemente compartir mi mundo interno, un universo desfragmentado que iba tomando forma a través de mis obras.
Con el tiempo, descubrí que me reflejaba en todos los personajes que había creado. Fue en ese momento que comprendí que, para poder escribir una novela, debía seguir tres importantes reglas: 1. No criticar, 2. No juzgar, 3. No condenar a los personajes en mi obra. Necesitaba ser ese narrador que observa más allá del bien y del mal, permitiendo que mis personajes sean, esencialmente, ellos mismos.
Espero que este artículo llegue a aquellos escritores en potencia que, por miedo a la crítica, aún no se han aventurado en este hermoso mundo de la narrativa. Los invito a hacerlo. Porque, al final, nada se compara con la gratificación personal de haber escrito tu historia. Solo tú podrás saborear el triunfo de esa hazaña personal que lograste.
Recuerda, cada palabra que escribes es un paso más hacia la realización de tu sueño de ser escritor. No dejes que el miedo te detenga; ¡comienza hoy!
Compartir
¿Qué tan útil fue esta publicación?
¡Haga clic en una estrella para calificarla!
Calificación media 0 / 5. Recuento de votos: 0
Sé el primero en evaluar esta publicación.