En las pasadas generaciones y especialmente entre genuinos agentes de la Logia Blanca, en general naturales de países situados en el hemisferio norte, el ámbito geográfico de los poderes material y espiritual, siempre en general y en términos relativos, por cierto -cada vez más relativos-, se suscribía la posición de que no es bueno estimular la mendicidad o una actitud pedigüeña ante las fuerzas espirituales o el resto de los seres humanos. Acerca de esto último, la espuria práctica de la petición material a una “deidad astral”, a un regente de algún planeta tenido por Dios Absoluto (por ejemplo, la Luna o Saturno), a alguna fuerza ctónica que se enlaza desde templos consagrados erráticamente o locaciones especiales mediante métodos afines a la mediumnidad o al carisma -lo cual hasta cierto punto es exactamente lo mismo-, resulta por cierto completamente indeseable, encadenando karmicamente al peticionante que obtiene el objeto de sus deseos mundanos, a la fuerza invocada y por mucho tiempo, transformándose con el tiempo en un juguete de tales jerarquías menores más o menos obscuras y de carácter elemental, situadas en el arco involutivo de todos los Reinos de la Naturaleza.
Sin embargo y dada la situación actual y futura en nuestro planeta, debido al ingreso global de la alta tecnología, de la robótica y de la inteligencia artificial, y lo que esto supone en tanto factor productor de una barrida de empleos, de oficios y de oportunidades laborales en general, amén de todo tipo de insanias y discapacidades neurológicas y psicológicas, pasadas, presentes y futuras -suprema atención con el presente y el futuro en este terreno-; más allá de que los Adeptos de la Logia Oculta jamás encomiaran la mendicidad ni mucho menos la prédica de la mendicidad, todo esto nos obliga a repensar la situación. El número de personas desocupadas o sub ocupadas en todo el mundo y en especial en los países emergentes, por no decir pobres y paupérrimos, es cada día mayor. Ante este cuadro dramático, las peticiones de asistencia, de socorro y de ayuda monetaria, no deberían ser ignoradas ni mucho menos condenadas por los aspirantes, por los escritores y personas de Buena Voluntad actuando en la órbita de la Logia Blanca. Se trata de dar sostén, inteligente y creativamente, a los necesitados que son la mayor parte de la población mundial, de repartir nuestros dineros, no solo excedentarios, de una forma compasiva y amorosa, de potenciar todas y cada una de las instituciones de servicio y voluntariado: en última instancia de situarnos “consciente y activamente” en el Corazón Místico de Nuestro Señor el Maestro Jesús, y de sus afanes compasivos y filantrópicos, recogidos en los hechos por múltiples organizaciones cristianas de rescate, verdaderos ejemplos vivientes de la idea de omnímoda caridad que el Sagrado Maestro cultivó en su interior durante todas sus existencias entre nosotros, y ahora, que de alguna forma se aproxima su reaparición, en conjunto con el resto de la Jerarquía Planetaria, según se cree para ocuparse de reformar la iglesia que se creó bajo su advocación y que tan deplorable como patéticamente desvirtuó e ignoró el resonante mensaje original, tan válido en los tiempos de Galilea como en nuestros días de dura y compleja penalización karmica individual y colectiva y consecuente necesidad de resignar intereses personales, familiares y nacionales en beneficio de la mayoría silenciosa de nuestra sufriente Humanidad.
Quienes veneran el voto del Bodhisattva deberían reflexionar mucho antes de adherir a los mensajes de exclusión social y de superioridad de los ricos sobre los pobres, de los menesteres de los poderosos sobre las urgencias de los débiles; por sobre todo relajar la ira contenida o manifiesta y reflexionar intensamente, regularmente, en especial por medio de la elevada materia de aquel Divino Silencio Amoroso tan caro a la Supremamente Sabia Voz del Corazón.